Silencio
Salió de la estación tan atareado, asustado, que fueron sus pies quienes lo guiaron. Por un momento, lo olvidó todo. Solo por un momento, porque segundos después podía escuchar, y peor aún, ver al extraño monje y su extraño libro, susurrando su plegaria y persiguiéndolo por toda la eternidad.
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