-cartas-

Prendí mi celular viejo, y de perfil estaba tu foto. Mirando al mar. Mi compañero, pareces pensativo en esa foto. 

No te puedo mentir, porque con una mirada parecías saber lo que me pasaba. No te di tu despedida correspondiente, porque en mi corazón todavía se alberga la esperanza de que me estés esperando en casa. Contento, como siempre. La culpa es pesada cuando se vuelve intensa. La lucha interna por lo que debió haber sido "correcto". Mi amor, ya ni se qué es correcto.

Me dijeron que estabas muy enfermo, que ya no había caso, y mi corazón se achicharró todavía más. Desde la partida de tu hermana, siento que algunos de mis sentidos están apagados. Ausente. La lógica entiende donde la culpa no tiene espacio. Todo se dio cómo se tendría que haber dado; y mi egoísmo desea que el Señor Tiempo nos hubiese regalado solo un poquito más de él. Un poquito de Eternidad. Porque no hay nada más justo que el Señor Tiempo. Y me esfuerzo por aprender de él, por seguir sus pasos. Pero me cuesta tanto. Es normal, cuanto más nos dan, más queremos. Si fuésemos infinitos, nada nos sería suficiente. Es importante saber que algún día todo se acaba para aprender a valorar. Pero no con vos. No con tu hermana. 

Los seres humanos son seres de hábitos. Trece años de tenerte conmigo, ¿se puede considerar un hábito? 

Se siente mal que no estés acá, bebé. Se siente raro, incómodo. 

El sol sale, y vuelve a meterse. Días calurosos, otros ventosos, otros lluviosos. Días bonitos, y otros un poco estresantes. Todo parece seguir igual, pero no. Porque no están. Ustedes no están. Cada vez que me voy a acostar, deseo soñar con ustedes, aunque rara vez lo hago. 

Me asusta que ya no me quieras. No lo soportaría. Te abracé hasta el último momento, y te sigo llorando, porque todavía tu ausencia me pesa. Me va a pesar siempre. Aunque entienda que debía ser así. Que las cosas sucedieron de la mejor manera posible. 

Mi chinito, espero volver a encontrarte. 

Espero haberte dado una vida que haya valido la pena, que te haya gustado. Te tuve desde que eras un cachorro, hasta tu último suspiro. Sentí como te ibas, y la impotencia que me dio no poder hacer absolutamente nada para evitarlo. Perdón por no haber podido salvarte. Regalarte un poquito más de tiempo. De mí. 

Estabas asustado, y yo también lo estaba. 

Ojalá vuelvas a elegirme, porque yo si te voy a volver a elegir. No puedo esperar a reencontrarnos. Los tres. 

La luna, el Mar, y las estrellas nos guien, y el Sol nos ilumine- 

Sofía




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